viernes, 18 de noviembre de 2011

Rajoy y la falsa cara centrista del PP


Félix Población. Periodista y escritor

Publicado en Crónica Popular
Puestos a elogiar, los mismos medios que dieron a Mariano Rajoy por ganador en el debate cara a cara con el candidato del Partido Socialista —casi todos— destacaron el talante amable y mesurado que mantuvo en todo momento el líder del Partido Popular. Los hubo, incluso, y no uno ni dos, que lo contrastaron con el airado y reiterado proceder de Pérez Rubalcaba haciendo preguntas, confundiendo la insistencia de éste en obtener respuestas de su adversario—algo que nunca consiguió— con animosidad o destemplado acoso.
rajoiverticalCon sus silencios, Rajoy quizás pretenda sofocar el miedo a la derecha cerril. ©PPCYL
Ciertamente, a pesar de haber calificado a su oponente de mentiroso y de propalar insidias, Rajoy estuvo muy lejos de la montaraz ejecutoria que mantuvo su partido durante la primera legislatura de Rodríguez Zapatero. Solo hay que recordar el juicio del 11-M, la actitud vergonzosa e irresponsable seguida por el PP durante la tregua de ETA, su posición contra el Estatuto de Cataluña o su alianza con la obispalía frente a la aprobación de la ley del matrimonio homosexual, para tener constancia de lo que hay por detrás del rostro amable y centrista con el que ahora don Mariano nos obsequia.
No hay estrategia más oportuna y oportunista cuando las encuestas dan por favorito al Partido Popular de modo tan rotundo. Se pretende ganar el voto centrista de ese sector de la población que unas veces se decanta por uno de los partidos mayoritarios y otras veces por el otro, según pinte y a qué partido se pretenda castigar. Este factor, el próximo domingo, bien podría ser decisivo para dar al PP la mayoría absoluta y acaso histórica que le otorgan estos días los sondeos.
Sin embargo, dado el talante blando del liderazgo de Rajoy y el aznariego dictado que propició su ascensión al puesto que ocupa, así como la influencia del sector re-conservador a través de la FAES y otros líderes de opinión de su partido, no es de desechar la incidencia de la facción dura en la futurible orientación de gobierno que pueda observar don Mariano. Según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la tendencia ultraderechista se ha incrementado en España en un 70 por ciento, hasta constituir el 3,4 por ciento del electorado. A falta de un partido nacional que lo represente, más del 90 por ciento de ese electorado vota con total convencimiento al PP (90,9), valorando a Rajoy con un 7,63, muy por encima de la calificación que le da el voto centrista, 4,91.
Son datos a tener en cuenta cuando se habla de la derecha en España, vivimos en los adversos tiempos que corren y se da por inminente y abrumadora su victoria por mayoría absoluta. Porque la derecha, en este país, como sostenía anteayer en un artículo Josep Ramoneda, tiene un historial muy bestia y hay motivos para temerla. Al menos —coincido con el citado analista—, quienes están contra la austeridad como horizonte absoluto, las privatizaciones a mansalva, la debilitación del sector público, la regresión ideológica y autonómica, la pérdida de derechos civiles adquiridos, la política xenófoba y la exclusión de las minorías.
Es menester recapacitar, teniendo en cuenta la historia y el presente de algunas comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular, para prever lo que el rodillo de una derecha con fermentos de tea partypuede significar en el vigente y grave periodo de crisis económica.
Puede que, con sus silencios y evasivas a las preguntas de Rubalcaba, pretendiera Rajoy reafirmar el tono mesurado de su mensaje y sofocar así el miedo a esa derecha cerril que subyace en buena parte del electorado centrista, pero no estoy convencido de que lo haya logrado, al menos en la medida que pretendió y pese a lo que hayan dicho la mayoría de los periódicos.
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Parte del brazo político de las FAES durante un mitin electoral. ©PPCYL.
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