martes, 10 de enero de 2012

MINIEMPRESARIOS BUSCANDO UNA REFORMA QUE LES VAYA BIEN


Hace días que me ronda la cabeza dedicarles unas líneas a los empresarios españoles pero, como tomando las doce uvas, debía estar borracho, me impuse empezar el año con buenas voluntades para mis prójimos, me veo obligado a recurrir al humor por aquello de “sarna con gusto no pica” y así entre risa y risa les cuelo alguna pulla.
Les cuento la historia de un empresario que podría ser representativo de esos a quienes tanto amamos por ser los poseedores de nuestra productividad. Este empresario, como casi todos, tiene tal pasión por los focos que cuesta diferenciar si es artista o empresario, aunque lo que sí parece ser es un artista para los negocios.
Quiso ser artista pero ni el físico ni la voz le acompañaban y tuvo que desistir del intento tras comerse centenares de verbenas y fiestas de pueblo cantando la barbacoa o el conejo de la Lole. Así, cansado de repetir las canciones del verano, -me contaron, pero me cuesta creerlo, que intento colar de rondón una canción suya en esta lista de los 40 principales lo que fue motivo de cese fulminante en el grupo donde vendía publicidad-, abandonó los escenarios a pesar de que la pasión por la música le tenía casi abducido. Luego, con el paso de los años, encontró el medio para seguir danto el cante. El tropiezo del grupo de comunicación no fue el único ni el primero, antes ya tuvo otro en un centro docente donde ejercía de ídem, según me contaron por escabullirse de las clases para atender su vocación de artista.
Y como lo que no mata engorda se convirtió en superviviente en la jungla de la competencia empresarial. Antes pasó por otros ceses pero aprendió los secretos más íntimos de las empresas en que trabajó y luego les sacó la mayor utilidad. Su estilo de negocio es muy peculiar: no se trata de ser el mejor porque doy el servicio de más calidad, se trata de ser el más barato porque tengo los profesionales peor pagados del sector y así hago dumping a la competencia hasta hundirla.
Y les aseguro que ese empresario paga una miseria y cuando tiene ocasión te rebaja un pellizquito. Pongamos por caso que no disfrutas las vacaciones pues te paga lo que se le ocurre según su propio convenio colectivo, que ese mes le facturas doscientos euros en kilometraje, porque el coche lo pones tú, pues te quedas sin complementos; no se te ocurra facturar un café o una comida sino quieres que te quite otros plus. Ah, y los gastos protocolarios corren por tu cuenta porque el procurará escaquearse. Así, pellizquito a pellizquito a sus empleados y comprando barato y de fiado se ha hecho empresario y claro, cuando tiene un conflicto laboral lo resuelve tajantemente, te echa de su casa porque su empresa es su casa. Tanto es así que allí trabaja toda su familia…y hasta los adornos que cuelgan las paredes son obra suya, de pésimo gusto, pero suyos…, todo queda en casa y ahora los trabajadores de la empresa tienen que mantener al empresario y a toda la familia.
Tiene, eso sí, detalles clásicos de empresario. Ya monta un vehículo de alta gama, financiado a cargo de la empresa por supuesto, asegura haber invertido cientos de miles de euros en equipamientos que apenas superan unos pocos miles y resuelve los conflictos laborales a base de riñones: pagando lo que haga falta con tal de acabar con las ovejas negras. Por supuesto está totalmente prohibida la filiación sindical y profesar unas ideas distintas a las suyas. Sus ideas se suelen acomodar según quien este en el poder, ora derecha, ora izquierda, aunque en el fondo, todo empresario que se precie tiene que ser de derechas y este lo es. Lo divertido es que el día que le cague una gaviota le va a chorrear la cabeza hasta la cara. ¿Imaginan porque?
La subvención es su mundo, sin ellas no es nadie y de ellas depende para todo. Por ellas está dispuesto a cualquier cosa y a fingir ser lo que nunca ha sido ni será, pero la pela es la pela aunque odie a muerte a los catalanes. No tiene escrúpulos en aparentar servidumbres si con ello se lleva unos miles de euros. En casa seguro que se ríe de todo el mundo y canta las coplillas de Góngora “ándeme yo caliente y ríase la gente”…creo que no ha leído nunca a Góngora porque no leer un libro está en el adn de un buen empresario, como máximo se permiten leer el marca. Siempre en digital, que no están las cosas para gastar.
En su empresa no hay horarios ni festivos y si protestas ya conoces la respuesta: ¡a la puta calle que por la mitad de lo que cuestas encuentro a tres dispuestos a trabajar! Y es verdad, no faltamos pringados dispuestos a trabajar por cuatro perras.
Pues lo creáis o no, no he exagerado un ápice y como este individuo que es dueño del trabajo y el tiempo de una veintena de trabajadores los hay por miles. Conozco otro empresario cuya plantilla se acerca a los 800 trabajadores y que también es una joya. Que decir de los propietarios de empresas subcontratistas en los diferentes sectores y de los empresarios agrícolas… sin comentarios. Que podemos esperar del presidente de la CEIM, con su ausente verbo florido y su conocida obediencia a Esperanza Aguirre. Pues con estos señores nos estamos jugando la próxima reforma laboral y el problema es que ya no tenemos el paraguas de un gobierno progresista. Que dios nos pille confesados porque ellos son de misa diaria para pedir perdón por tanto pecado capital como acumulan.
Todavía pretenden hacernos creer que España tiene un problema de absentismo y de productividad cuando el problema es que la inmensa mayoría de los empresarios apenas superan la ESO y tienen que lidiar con la juventud mejor formada de la historia. ¿Cómo se hace eso? Pues pidiendo reformas que les reconozca la autoridad que por su escasa formación son incapaces de conseguir. Seguro que si hacemos un test de inteligencia en todas las empresas españolas el más tonto siempre es el empresario. ¿Qué apostamos?

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