lunes, 9 de abril de 2012

ANDALUCÍA, RECUPERAR LA CONFIANZA EN LA IZQUIERDA


Cuando parecía caminar al desastre total, en gran medida por los errores propios y la incapacidad de convencer a la sociedad de que no es culpable sino actor pasivo de la peor crisis de la historia, la izquierda española tiene ante sí la oportunidad de recuperarse de la dura derrota, restañar heridas y mirar al futuro con opciones de confrontar un proyecto alternativo al de la España intervenida por los tecnócratas de Golman Sachs y el club Bilderberg. Afortunadamente la oportunidad surge en Andalucía, porque si el escenario fuera el correspondiente a unas elecciones generales me temo que la negociación no se daría entre PSOE-IU, sino entre PSOE-CIU-PNV y habríamos seguido aferrados al “lampedusianismo” de cambiarlo todo para que nada cambie. 
Que España está intervenida nadie lo pone en duda, aunque la izquierda lo silencie -no alcanzó a entender porque-, solo basta mirar quien decide sobre nuestros presupuestos, quien nos exige más sacrificios, a quien sirve el enviado alemán que bendijo los presupuestos generales y con quienes coquetean destacados próceres del gobierno y el partido que lo sustenta. ¿No pasó Luis de Guindos por Golman Sachs? ¿No asistió Cospedal a la última reunión del elitista club de Bilderberg? ¿No presentamos antes los presupuestos a un enviado de la CDU que al Congreso de los Diputados? Sobran pruebas para demostrarlo y sobra el silencio cómplice de quienes sabiéndolo, no lo denuncian.
Pero volvamos al escenario andaluz y lo que representa de oportunidad para la izquierda. Aquí, por primera vez, tanto PSOE como IU parecen hacer de la necesidad virtud y estar dispuestas a interpretar objetivamente lo que las urnas han dictado. Andalucía ha dicho no a los recortes y no a la intervención de las instituciones testaferro de los “mercados”; que quiere apostar por la educación y la sanidad públicas, que los servicios sociales no se tocan y las administraciones tienen la función de garantizar la igualdad de derechos… ha frenado bruscamente a la más rancia derecha europea.
José Antonio Griñán lo anunció  cuando todavía estaba digiriendo el éxito de no haber perdido por mayoría absoluta: “Andalucía necesita un Gobierno estable”, y la dirección del PSOE andaluz insistió el sábado de gloria en que la solución que se pacte “debe proporcionar estabilidad política y parlamentaria”, (35 años atrás, un sábado de gloria era legalizado el PCE). Esa prioridad ha sido concretada en el documento Prioridades para el Gobierno y la Estabilidad en Andalucía con el que aspiran a que la negociación  abierta entre las dos formaciones alumbre una salida de largo recorrido. Es decir, que incluya la gobernabilidad de Andalucía para toda la legislatura, para los cuatro años.
El PSOE quiere un acuerdo que permita un Gobierno fuerte para un tiempo difícil, con plena capacidad para defender los intereses de la comunidad en un marco político y económico complicado, no solo por la crisis económica, también por la relación enfrentada con el Gobierno central en manos del PP. Los Presupuestos Generales de 2012 son ejemplo de ello  ya que no respetan el Estatuto en la inversión y ponen en riesgo la financiación efectiva de servicios públicos fundamentales.
Otro de los puntos que el PSOE andaluz quiere que recoja el acuerdo con IU es la “defensa del Estatuto de Autonomía”, en lo que coincide con Diego Valdéras, coordinador regional de la federación. El pacto también debe incorporar el “compromiso con la estabilidad presupuestaria” y “la creación de empleo como prioridad absoluta”. Fijan como prioritaria para el acuerdo “la apuesta por las políticas sociales”, es decir, por la sanidad y la educación públicas y por los servicios sociales.
Ninguna de las condiciones propuestas por el PSOE me parecen rechazables y, menos aún, un obstáculo para alcanzar un acuerdo. Es más, salvo su vigencia para toda la legislatura, el resto podrían proceder perfectamente de IU con pequeños matices.  Por ejemplo, en el ámbito de priorizar el empleo, IU lleva el compromiso a reducirlo en un 50% en los próximos cinco años, algo perfectamente asumible por el PSOE y en absoluto ambicioso pues se trataría de generar 100.000 empleos anuales. Otro tanto ocurriría con la manida estabilidad presupuestaria en la que a buen seguro IU apostará más por mejorar los ingresos y la eficiencia en la gestión que por recortar en gasto público. Siendo así, y dado que el PSOE parece dispuesto a que el Parlamento andaluz investigue hasta el final el caso de los ERE, tampoco veo especial inconveniente en gobernar con la transparencia que pide IU, parecería un error que no se compartiera el gobierno entre ambos  y que IU se limitara a votar la investidura y a apoyar acuerdos puntuales.
Sería un error particular porque dificultaría la aplicación real de las medidas que exige al PSOE para apoyarle poniendo además en riesgo el resultado de las mismas, porque prolongaría la imagen de IU como una opción poco fiable que prefiere la crítica a la gestión y la calle a las instituciones. Y ya es tiempo de romper definitivamente esa inercia porque los ciudadanos votan para que se gobierne con sus votos. No se hizo a mediados de los 90 y el resultado fueron 15 años de travesía del desierto y graves crisis internas, y no hacerlo ahora sería desaprovechar la última oportunidad y volver a la marginalidad. Puros, pero marginales.
Pero si el error particular pasará factura a IU, el error general pasará factura a toda la izquierda ya que se mostraría socialmente incapaz de dar respuesta a la derecha en la peor de las coyunturas posibles. La ciudadanía está cansada de que la derecha se justifique en la herencia recibida y la izquierda en las burbujas no pinchadas en su momento. De Andalucía tiene que surgir la alternativa que España necesita, que no es otra que el ecosocialismo y ni el PSOE ni IU serían capaces de aplicarlo en solitario. De ahí lo imprescindible del acuerdo.
Ambas formaciones están obligadas a demostrar, con las limitaciones que impone un escenario autonómico, que la salida a la crisis pasa por hacer viable el estado del bienestar y no por recortarlo. Para ello hay que aplicar políticas fiscales progresivas, gestionar eficientemente los recursos públicos, apostar decididamente por las EERR, implantar la Ley de Dependencia, reorientar el sector agrario hacia producciones que atiendan los mercados cercanos, desarrollar todas las posibilidades de la industria agroalimentaria, apostar por la diversificación real y por la I+D+I. En el terreno institucional y aprovechando las competencias establecidas por el Estatuto andaluz habría que simplificar la gestión pública apostando por la más cercana al ciudadano, suprimiendo o reunificando estructuras duplicadas, favorecer la transparencia y la participación y consolidar la regeneración de la política como actividad al servicio de la sociedad. En resumen, hay que demostrar que la izquierda tiene alternativa y que esta es mejor que el liberalismo y que desde Andalucía se extenderá al resto del Estado español.
No veo mejor resumen final que lo dicho públicamente por Diego Valdéras a su compañero extremeño Pedro Escobar: “Yo lo que le aconsejo a Pedro es que se mire al espejo para que vea su historia, de dónde viene y adónde quiere ir. Si se mirara, seguramente no podría hacer lo que está haciendo”.
Marcel Félix de San Andrés

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