lunes, 18 de junio de 2012

BANQUETE DE DESAGRAVIO A JAVIER KRAHE


Hace algunos días nos enteramos en el Club de los Amigos del Crimen, al que me honro pertenecer, de que don Javier Krahe había resultado absuelto de sus pecados por un Juzgado de lo Penal madrileño tras haber sido denunciado por el Centro de Estudios Jurídicos Tomás Moro (otro club) por presunta comisión de un delito contra los sentimientos religiosos (artº. 525 del aun vigente Código Penal), dado que hace treinta años el poeta y cantautor grabó en vídeo una receta para “cocinar a un Cristo para dos personas”, emitido por Canal +, ¡por fin!, el 14 de diciembre de 2004.

18_krhae “Pero dejadme, ay, que yo prefiera, la hoguera, la hoguera, la hoguera…”. ©Javier del Valle
Tras considerar nuestros socios en amena y jocunda charla el curioso suceso, la petardez de la justicia española, las rotundas y peligrosas memeces de los sectarismos religiosos, cantar a coro “La hoguera” (“No tengo elogios suficientes para la cámara de gas, que para grandes contingentes ha demostrado ser el as, etc.) y concluir considerando muy poco probable la existencia de cualquier dios con tan poco sentido del humor como el de los denunciantes (ya que los humanos –dicen quienes lo afirman categóricamente- “fueron creados a imagen y semejanza” de tan altísimo ser, cuestión esta que a nuestros asociados nos deja bastante perplejos), nos entró un hambre del copón.
Don Pedro Romo, otro de los nuestros, magnífico cocinero y repostero sin igual cuando aparca sus profundos estudios sobre la estupidez humana, nos propuso una eucaristía, esto es, un banquete entre amigos hermanados, para concelebrar la resolución de la molesta pejiguera de don Javier. Se aderezó la mesa, se descorcharon para abrir boca un par de botellas de Vin Mariani, tonificante y terapéutica bebida muy querida por San Pío X, se hicieron varias llamadas telefónicas para complementar adecuadamente el menú, se prendió fuego a los fogones de nuestra gastronómica y, ocho o diez horas después, nos habíamos zampado lo siguiente, tomen nota: una ensalada Santa Mónica, con sus muslitos empanados de pollita virgen a los tres quesos que nos transportó al séptimo cielo;  huevos de San Isidro, rellenitos de carne de cerdo, todo santidad con sus ajitos, cebollitas medianas bien picaditas, su pimienta molida, su perejil y su vinito blanco: el señor Romo se lució rezando el credo en el hervor; merluza a la San Jorge, con espárragos de San Juan de la Cruz gordos como el troncho de un obispo y tan buenos para nuestra salud como los que halló el santo. Con unos deliciosos San Jacobos de ternera salpimentaditos y a la bechamel entramos en las carnes para continuar con la receta magistral de don Javier que, regada previamente con Lacryma Christi, salió por sí sola del horno llenando el comedor de efluvios de mantequilla Santiveri.
Los postres, todo un místico deliquio: pezoncitos y barriguitas de monja; angélicas de San Camilo, esos bizcochitos borrachos de vino dulce bendecido como para meter y sacar lengua en su relleno; tocinos de cielo de Santiago de Compostela y dulce de huevos de obispo con cabello de ángel: auténtico bocatto di cardinale. Café capuchino, naturalmente, y unos Montecristo del 5 para poder llegar a la hora del santo rosario envueltos todos en nubes de santidad.
La única nota discordante fueron los cigarrillos turcos con que nos obsequió el colega don Mehmet Papazoglu, que es de allá y ex-devoto de Mahoma como su nombre indica. Vamos, que nos quedamos como dios, incluido el de Estambul que no hizo ascos a comida tan devotamente cristiana. ¿O era católica? Tras los postres seguimos entonando, ya en arrebatada melopea (entendida en sus dos acepciones: composición poética y cogorza) aquello de: “Pero dejadme, ay, que yo prefiera, la hoguera, la hoguera, la hoguera…”. Luego, como los problemas de don Javier se habían terminado al fin, nos fuimos a ver fútbol como don Mariano. Laus Deo.
CRÓNICA POPULAR

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