sábado, 17 de noviembre de 2012

PORQUE SOY FEDERALISTA SIMÉTRICO

Bono refuerza las tesis recentralizadoras de la derecha
Asisto perplejo a un debate que el PSOE debió haber superado hace tiempo. Quizá si la izquierda española de la transición hubiera sido heredera real de la izquierda de la 2ª República el debate estaría superado. Pero no fue así, entre otras razones porque a la República se la privó del tiempo necesario para definir su arquitectura institucional y solo hubo tiempo para que aflorara una mínima parte lo plural que era y es España, y porque el PSOE se ha ido contaminando con las ideas propias del conservadurismo españolista buscando réditos electorales en caladeros impropios. Ha pesado más ganar las elecciones que construir un modelo económico e identitario propio y de ello se han beneficiado personajes como Bono, Paco Vázquez o Rodríguez Ibarra  que entienden el socialismo tan en primera persona como los federalistas asimétricos surgidos de la contaminación independentista. Tan peligrosos como estos son los que defienden el federalismo con la “boca chica”, forzados por la presión social, pero no creen en él y son un obstáculo para alcanzarlo. Exponentes de esta corriente son Rubalcaba o González.
Se me dirá, recurriendo al internacionalismo proletario –que curioso que los del gato blanco recurran a las fuentes marxistas cuando les va bien-, que los trabajadores no tenemos patria y que lo prioritario es mejorar nuestras condiciones laborales. Quienes a ello recurren, olvidan que antropológicamente los humanos nos hemos identificado con el clan, el grupo, la tribu, el pueblo… y que ello no nos hace perder la identidad de clase, ni olvidarnos de mejorar nuestras condiciones de vida. Han sido precisamente ellos quienes, con políticas equivocadas pero intencionadas, han jugado a desarmar nuestra identidad de clase para concluir que las clases sociales son una reliquia del pasado en su moderna sociedad consumista. Son ellos quienes esconden a las bases socialistas que el PSOE siempre proclamó un Estado Federal y Republicano y son ellos quienes niegan que las mejora sociales han surgido siempre desde sociedades avanzadas en su arquitectura institucional y en derechos democráticos y así se han extendido por el mundo. Luego, no es conservador reforzar la identidad de grupo si los avances se comparten con el vecino y este los comparte con el suyo. Y olvidar que esta España es fruto de intercambios culturales que han forjado múltiples identidades es negar la realidad, deberíamos presumir de nuestra pluralidad y hacer de ella una oportunidad para prosperar como país.
Creo que ha llegado el tiempo de que el modelo federalista sea prioridad para toda la izquierda y seamos conscientes que sin este PSOE no será posible pero que con el caminamos demasiado lentos. Es tiempo de alzar la voz frente a los nacionalismos que nos han silenciado durante décadas ahondando en la diferencia para alimentar su poder y aclarar que:
·         España es plural, y que todas las lenguas y culturas que recoge están igualmente ligadas a su idiosincrasia. De esta manera, la diversidad cultural y lingüística no debe ser vista como una amenaza sino, muy al contrario, ser defendida sin complejos como factor enriquecedor porque, al margen del ámbito territorial que abarquen, forman parte del patrimonio común.
·         El modelo territorial de la Constitución de 1978 ha dado importantes resultados, permitiendo integrar la diversidad de los distintos pueblos de España dentro del mismo proyecto común. Sin embargo, que existen problemas de fondo que no se pueden obviar y que resulta necesario afrontar, algunos de los cuales hallan su causa en los intentos de uniformizar y recentralizar el Estado. Frente a esos intentos involucionistas, el Federalismo se constituye en la alternativa de la izquierda y aporta soluciones a los debates planteados y, sobre todo, provee la forma en la que se pueden hallar las soluciones para el presente y para el futuro.
Personalmente, entiendo el federalismo como un principio de organización social del que se puede derivar una determinada forma de organizar política y administrativamente un Estado, pero considero la idea federal de mucho mayor alcance. En su núcleo se halla el concepto del pacto entre ciudadanos iguales desde la diversidad, para construir espacios comunes de cooperación. En su misma esencia está el carácter dinámico del pacto y su capacidad para adaptarse a realidades cambiantes, pues el mismo es el pacto que cada persona establece con las demás, que cada generación viva se da para construir la sociedad en que vivimos. Para el federalismo, la fuente de legitimidad política es la razón humana y la voluntad libremente expresada, y el poder político se distribuye y fluye de lo particular a lo general, de tal forma que la persona o entidad que cede parte de su libertad para construir un espacio común con otras, siempre retiene más libertad que la que cede, y sólo por la libre asociación que así se establece se asume la heteronomía y sus obligaciones. El respeto mutuo, la confianza, la negociación y el equilibrio están en la esencia misma del federalismo, junto con la idea de participación plena en la formación de la voluntad común.
El Pacto Fiscal es el principal argumento de Artur Mas

El federalismo es intrínsecamente incompatible con la dominación y la jerarquía, es horizontal e implica distribución del poder, coordinación y cooperación. Por ello, afirmo que la idea federal contiene el fermento de una democracia radical. Así es como los federalistas queremos construir la sociedad, y así es también como creemos que es mejor construir un Estado. De hecho, compartimos la convicción que el federalismo es el horizonte de futuro para los pueblos de España, de Europa y del mundo. Puesto que no suscribo la tesis que pretende que a cada Estado debe corresponderle una sola nación, ni tampoco la que pretende que a cada nación deba corresponderle un Estado, defiendo la federación de los pueblos en Estados plurinacionales. El federalismo, así, no niega ni soslaya la relevancia de las identidades nacionales sino que permite y facilita su encaje en una construcción política compleja a la par que sólida, por estar cimentada en la voluntad política de construir la unión en base a la plena libertad. Eso sí, afirmo que la igualdad no debe confundirse con la uniformidad, y el reconocimiento de las especificidades nacionales no es óbice para asegurar la igualdad de los ciudadanos y ciudadanas de la federación en el ejercicio de los derechos que les reconozcan las leyes.

La transformación de España en un Estado plenamente federal requiere una reforma de la Constitución, que permita fundar un nuevo consenso democrático entre su ciudadanía. En esta reforma, se debe articular el autogobierno de los Estados federados con el gobierno compartido en el Estado federal y la participación en la formación de la voluntad de éste. Se debe reformar el Senado para que sea verdaderamente una cámara de representación territorial, como se debe conseguir un auténtico reparto federal de poderes, revisar el papel del poder judicial y de la administración de justicia, así como establecer los mecanismos no jerárquicos de cooperación y de participación. Se debe incluir un federalismo fiscal que resulte en un pacto fiscal que parta de los principios de suficiencia, transparencia, corresponsabilidad, equidad y justicia.

La reforma de la Constitución debe ser también una oportunidad para profundizar en la lógica democrática, dando respuesta a muchas de las cuestiones que, en clara muestra de la crisis institucional y de representación que vivimos, se han planteado desde distintos ámbitos sociales, con especial intensidad en los últimos dos años. Esta reforma debe servir también para situar el programa social de la democracia en primer plano y garantizar su ejecución. No hay soberanía ni plenitud nacional posible si los ciudadanos y ciudadanas no pueden desarrollar sus proyectos de vida libremente, con autonomía y dignidad, sin avanzar en la conquista de la mayor igualdad, libertad y solidaridad posible, la misma democracia se hace irreconocible como tal. Veo en esta reforma la oportunidad para consolidar una democracia plena y avanzada, para reconciliar a la inmensa mayoría de los ciudadanos con un proyecto compartido, así como para alcanzar el bienestar común y el pleno reconocimiento de la libertad de cada persona y cada pueblo.
Marcel Félix de San Andrés

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