miércoles, 11 de septiembre de 2013

CATALUNYA: INDEPENDENCIA O FEDERALISMO

La independencia no es una ilusión, y no sólo porque histórica y económicamente tiene peso más que de sobra para gestionarse sola, sin contar el sentimiento y arraigo cultural diferenciado. España nace de una serie de Reinos y Condados que ya existían. El principado de Catalunya, Reino de Aragón, Reino de valencia, Castilla etc…
Quizás la agresión que hoy siente Catalunya por parte de algunos políticos populistas de uno y de otro lado del rio Ebro, tiene más que ver con un imperio castellano, porque España no es una, España es un país plural, pese a los intentos de unos cuantos de hacer una sola única,  grande, libre y gris. Porque siempre que dicen eso de libre, cuando alguien opina algo diferente es, con suerte, encarcelado.
Pero el verdadero problema de España no es la crisis, España en su conjunto debe evolucionar. Debe dejar atrás ese centralismo importado de Francia, por los borbones y regresar a su esencia, la esencia de Roma, la esencia de los Austria, aprender que cada territorio es diferente y diverso, con su propia cultura e historia, unas veces conjunta,  otras diferenciada, porque no hay dos árboles iguales ni dos gotas de agua exactas. Y ahí está nuestra riqueza, y una fórmula para dar vida a esa riqueza es la federación. Un reconocimiento entre iguales, un proyecto común,  no un lastre común de reproches y envidias. España es uno de los pocos países que tiene en ocasiones la envidia como un elogio. Debemos avanzar hacia un país federal no mañana: ¡hoy!
 El misterio que muchos de fuera ven en este sentimiento de independencia que ha estallado con auge en Catalunya, es ante todo,  por la falta de comprensión de unos y de otros. De políticos populistas que han arengado a diestro y siniestro, de graciosillos sin gracia que han dado altavoz a los que para no sentir sus defectos han ladrado contra otros. Contra los que asumen sus tareas sin excusas, a veces con mermas personales pero intentan imponer con la razón el dialogo ante los ladridos de la sin razón. Pero he aquí nuestro drama: vivimos el hoy sin pensar en el mañana. Vivimos el látigo antes de la palabra y el debate. Y esta maldita crisis ha dado altavoz a los extremos, y gran parte del pueblo ante un sí o un no, se ha rendido al ladrido. Elijes bando y te acuestas en una mullida almohada. Si los voceros populares no aprenden que el mundo no puede detenerse y que debe seguir girando y evolucionando, Catalunya se irá y no será la única. Si aquí no aprendemos que  una ilusión no es suficiente, jamás seremos lo que soñamos, sino un mal sueño de lo que soñamos que seríamos. Seamos federales, confederados o independientes, hay que ir más lejos. No podemos decir primero la independencia y luego ya se verá. Nuestro futuro no puede ser  fruto de la fortuna.
 En Catalunya vemos una  industria en declive, nos pese lo que nos pese desde los ochenta vemos con resignación como más y más fabricas cierran, vivimos del sector servicios más de un 60% de la población. Vemos como cada vez más servicios son privatizados, vendidos, vemos como se especula con nuestros derechos, ¿realmente la garantía de seguir teniendo esos derechos o mejores nos la proporciona la derecha catalana? No hablo de si nos admiten dentro o fuera de Europa, hablo de nosotros como pueblo. De cómo con la excusa de la crisis, los tiburones dan dentelladas a nuestra sanidad, a nuestra educación, a nuestros derechos más básicos. La independencia nos hará libres de estos tiburones.
Vemos como la bandera hace que PP y CIU en apariencia, se maten los unos a los otros, atacan el idioma, la cultura,  pero a la hora de hacer caja, tardan un segundo en unirse para recortar y privatizar, unas veces solos, otras con ERC que con la esperanza del referéndum de Mas, traga por aquello de que el fin justifica los medios. Pues ese fin parece un punto final, no el principio de nada, porque si siguen recortando derechos y privatizando servicios ¿que país nos va a quedar? Independiente no. Más bien privado.
Mientras unos gritan independencia y otros gritan España una y grande, los que hablan de diálogo, de cambiar, de comprendernos, son acallados bajo la fanfarria de aullidos y ladridos, cuando no mordidos sin compasión. Mis palabras no tienen la razón, tienen mi razón, mis argumentos, que a unos gustará, otros discreparán, y muchos más las ignoraran, pues la mía solo es una voz, ni más ni menos importante, es la voz de un simple ciudadano, pero un ciudadano que espera que el ensordecedor ruido de los ladridos, dé paso, al diálogo y al debate, porque  el amor a la tierra no se mide por decibelios sino por generosidad y respeto.
D. Pío

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