viernes, 31 de enero de 2014

PRIMARIAS O PROGRAMA ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?

Un naturalista afirmaría con rotundidad que primero fue el huevo. Basaría su respuesta en que somos una evolución de los réptiles y estos se reproducen por huevos. Un “salafista”, los hay cada vez más entre los marxistas, con su libre interpretación de lo que don Carlos teorizó para un contexto tan concreto como el del siglo XIX, podría afirmar una cosa y su contraria, según convenga a sus intereses.
Traigo la pregunta a colación ante la irrupción del proyecto “podemos” en la arena política. No han faltado salafistas que han cambiado su discurso en cuestión de minutos para deslumbrase con el brillo laramediático de este proyecto y poner en riesgo el trabajo unitario de meses. Curiosamente, la irrupción de podemos coincide con los mejores datos electorales de IU y el principio del fin del bipartidismo. Yo, que no me atrevo a interpretar a don Carlos, aunque utilice parte de su doctrina para analizar la realidad que me toca vivir, me doy un baño de pragmatismo y como Arturo González en sus puntadas sin hilo concluyo que “IU es nuestra única esperanza”, y mejor sería reforzar esa “esperanza” en lugar de seguir alimentando brillos personalistas que pueden salir a 200.000 votos la “bombilla”.
No hay nada personal en mis dudas, si acaso sorpresa al observar que quienes han sido asesores de IU y de la SYRIZA gallega no hayan aprovechado esas excelentes relaciones y su predicamento para formular conjuntamente un “programa electoral rupturista” y convencer a las fuerzas políticas participantes en el sobre las ventajas de un “frente de izquierdas” y de las primarias abiertas para conformar las listas electorales. Vaya por delante que entre Pablo Iglesias y Willy Meyer yo votaría por el primero. También dejo claro que entre Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Tania Sánchez o Marina Albiol mi voto dejaría a Iglesias en cuarto lugar y en ello no influye su “podemos” sino su discurso ramplón y simplista y su afición a los focos mediáticos, aunque los preste el enemigo de clase.
Pelillos a la mar. Prefiero dejar mis reservas para mejor ocasión (el debate interno) y centrarme en lo útil: intentar resolver el dilema entre primarias o programa. Recurriendo a la historia no encuentro ejemplos en la izquierda que avalen la candidatura sobre el programa. Otra cosa es lo que nos enseñan personajes como Lerroux o Rosa Diez, especialistas en elaborar programas hechos a medida según el gusto mediático-electoral del momento. Claro que su ideología se fundamenta en “los votos primero”.
Entrando en materia. Lo que la izquierda necesita es un “programa” para llevar a cabo la ansiada “revolución social” y ello pasa por implicar a las capas populares en los siguientes “retos-objetivos”: un plan de choque para la creación de empleo; el cambio radical de modelo productivo basado en la planificación democrática de la económica, según recoge la Constitución Española en su Título VII “Economía y Hacienda”; una posición rupturista y clara sobre la deuda soberana que parta del cambio y/o supresión del artículo 135 de la Constitución y anteponga los derechos sociales, sindicales y laborales de la ciudadanía al pago de la deuda (sin olvidar una auditoria que determine la parte ilegal de la deuda soberana); y la regeneración democrática que desemboque en un proceso constituyente sustentado en la participación ciudadana.
Clarificar lo concerniente a la deuda soberana es imprescindible para abordar el resto de objetivos porque lo aprobado entre PP y PSOE hace inviable recuperar lo público, crear empleo y concretizar el cambio de modelo productivo. Lo oportuno es por tanto fijar constitucionalmente la prioridad absoluta del gasto público en pensiones, desempleo y servicios; instaurar la figura de la “renta básica” para quienes carezcan de ingresos, y defender las políticas de igualdad como garantía de una sociedad justa y solidaria. También para poner en marcha una profunda reforma fiscal, recuperar la banca pública, garantizar el derecho constitucional a la vivienda y el control ciudadano sobre el gasto y la gestión de lo público.
Estos objetivos solo serán realidad si impulsamos previamente la “revolución política” que haga posible la “regeneración democrática” a través de la máxima participación ciudadana y radicales reformas institucionales. Hay que convencer a la ciudadanía de que la política y la vida pública no son el problema sino la solución y ello pasa por iniciar la “rebelión democrática” que desemboque en un “proceso constituyente” que haga factible una “democracia republicana” con nuevas reglas y nuevas instituciones basadas en la transparencia y la participación. La transparencia y la democracia participativa se concretarían en el valor de los referendos y las Iniciativas Legislativas Populares como símbolo de la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones, en la transparencia como base de la democracia, o en la separación de los poderes ejecutivos y legislativos. Un paso importante en ese objetivo es el “estatuto del cargo público” que permita su revocación sino mantiene la confianza de la ciudadanía, le obligue a rendir cuentas periódicamente, regule su sueldo y establezca duras condenas en caso de corrupción.
También hay que caminar hacia una reforma electoral profunda y la democratización de los medios de comunicación. La revolución democrática que necesitamos precisa de una reforma electoral que apueste por un sistema proporcional en el que el voto de cualquier ciudadano español tenga el mismo valor con independencia de la ubicación geográfica en la que esté adscrito. También precisa del carácter vinculante del programa de los partidos mediante la creación de leyes que aseguren que las propuestas electorales sean vinculantes y en caso de incumplimiento supongan directamente la convocatoria de nuevas elecciones. Otras medidas irían en la línea de ejercer un mayor control sobre las campañas electorales y del patrimonio de los políticos.
No menos importante es concretar nuestro derecho a la democracia informativa y el derecho a la no desinformación, con propuestas para la democratización de los medios de comunicación y el cumplimiento del servicio público que se les presupone. La apuesta esencial pasaría por apoyar la existencia de medios públicos regidos y controlados por un “consejo ciudadano” que garantice su pluralidad e independencia frente al gobierno de turno.
Es aquí, en la elaboración del programa donde es preciso encontrarnos. Estoy convencido que en la izquierda las diferencias son mínimas (en Suma las diferencias solo surgen cuando se habla de candidaturas) y es posible limarlas con la generosidad y altura de miras que la ocasión requiere. Cualidades que no niego a Equo, Compromis, Cha, Anova, Podemos… Por ello confío en que los próximos meses despejen el camino hacia la unidad programática y esta lo haga a su vez con las candidaturas. IU ha dado un paso decisivo en la dirección de las primarias abiertas autorizando a sus federaciones territoriales a aplicarlas en su ámbito. Previamente se habían posicionado por ellas “Izquierda Abierta” y “En común”.

Marcel Félix de San Andrés

No hay comentarios:

Publicar un comentario

DEJA AQUÍ TU OPINIÓN

SUMAR, EL ENÉSIMO DISPARO DE FOGUEO CONTRA EL RÉGIMEN DEL 78

Tras la muerte de Franco, ninguno de los movimientos de izquierdas impulsados desde el PCE ha puesto en riesgo el sistema, es más, ni siquie...