sábado, 31 de mayo de 2014

LECCIONES DEL 25M: EL BALANCE QUE DEBERÍA HACER IU

Estoy harto de escuchar lloros y lamentaciones de militantes de Izquierda Unida incapaces de ver tres cosas muy positivas que le han ocurrido a IU el 25M, cuando, en mi opinión, se ha estado lo más cerca de un éxito electoral que se haya estado nunca, incluyendo los 21 diputados de Anguita, que eran prestados, y devolvió dramáticamente Llamazares en una noche de fracaso electoral de la que nos estamos recuperando. Antes de seguir, aclaro que soy militante de base de Izquierda Unida y eso me permite hablar en primera persona, porque me siento parte de lo que es y representa.

¿Qué tres cosas son éstas?
1.- Izquierda Unida ha triplicado su voto con respecto a la anterior convocatoria electoral. Eso se llama éxito y nada debería mediatizarlo.
2.- Nos ha salido una especie de hermano gemelo que en mi opinión no nos ha restado demasiado voto (atendiendo a la intención de voto a IU en primavera de 2013, cuando rozaba el 14%, podemos concluir que la suma IU-Podemos gana 5 puntos sobre las mejores previsiones de IU), y que no muestra el rechazo sectario contra IU que han mostrado otras fuerzas que pretendían competir en el mismo espacio. De hecho, Podemos se ha negado a hacer campaña contra IU y no ha respondido a los ataques y provocaciones que se han producido sistemáticamente desde ciertos sectores doctrinarios y sectarios (y muy minoritarios, aunque ruidosos) de IU. Eso se llama éxito.
3.- Por primera vez el sorpasso (no de partidos, pero sí de espacios) es algo que se vislumbra como real y tangible. En Madrid, por ejemplo, es un hecho. Eso se llama éxito.
Es evidente que triplicar el voto es algo muy positivo. Se podía haber conseguido mas, si, pero triplicar es positivo, especialmente cuando competimos por el mismo espacio con una nueva fuerza política que ha aparecido arrasando. La irrupción de Podemos sin impedir que IU crezca de manera muy importante demuestra que el espacio político en el que se engloba IU -la izquierda transformadora que se opone a los recortes y plantea un proceso constituyente en todos los ámbitos- es fuerte, porque da para IU y para otra fuerza que tiene un número similar de votos.
¿Por qué las lamentaciones entonces? Quizás a mí, que solo soy un verso suelto, me resulte más sencillo que a quien viene de travesías del desierto y largos años de militancia, pero yo creo que tenemos que empezar a pensar en términos más globales. Nosotros no somos ya sólo IU, somos ese espacio político en el que caben IU, Podemos, Equo-Compromis y mucha otra gente que comparte el objetivo principal de poner fin a las politicas neoliberales y la tirania de la Troika. Izquierda Unida tiene una gran aportación que hacer a ese espacio: sus votantes, sus militantes, sus cuadros, buena parte de sus dirigentes y casi todos sus cargos públicos, su historia, su experiencia, y el hábito de organización, porque además de una buena plataforma electoral con líderes de tirón y con gancho, hace falta una organización que mantenga al movimiento vivo y la cotidianidad de la lucha en lo social y en lo institucional entre convocatorias electorales. Eso es IU, eso solo lo aporta IU y tenemos que valorarlo y aportarlo con orgullo y sin complejos, no llamando a la puerta ni pidiendo permiso para nada.
Desde que se empezó a hablar de la refundación en IU, algunos pensábamos -y creo que muchos lo decían con la boca pequeña, porque en realidad no creían que pudiera ocurrir tal cosa-, que había que refundarse en algo nuevo, se llamase o no IU, con la confluencia de muchos otros. La refundación como tal no fue posible, probablemente porque en aquel momento aun no estábamos preparados para hacerlo y tampoco había el impulso social necesario. Ahora hay que hacerlo porque nos ha sobrepasado la ola social que antes reclamamos y, además, sería un error reclamar hegemonía alguna en el proceso: tenemos al lado a un igual, no a un hermano pequeño. Pues bien, contribuyamos a ello. Pero igual que afirmo que sería un error de bulto intentar capitalizarlo (ya no podemos), también digo que lo hagamos sin complejos y sin lamentaciones. Izquierda Unida aporta a la convergencia más que nadie y eso nunca es una rendición, ni es una entrega de armas. Es simple y llanamente dar respuesta a la realidad actual y cumplir con el objetivo principal de una fuerza de la izquierda transformadora y revolucionaria: ponerse al frente de lo que la sociedad reclama, el cambio social. Además ha llegado el momento de hacerlo, dejemos pues de pensar en términos de organización y de siglas y empecemos a pensar en términos de espacio.
No quiero decir que IU y Podemos tengan que conformar una organización política única, lo que quiero decir es que deben ser conscientes de que forman parte del mismo espacio político y deben buscar juntos las formulas para que ese espacio alcance la mayoría social, en una o en varias formaciones,  concurriendo fusionados o separados a las elecciones en función de lo que cada momento exija, pero sin olvidar que la lucha va mucho más allá de lo electoral, y siendo conscientes de que el espacio de convergencia social que representan precisa de otros muchos actores que no deberían quedar fuera. Son tiempos de generosidad y de altitud de miras y quien piense solo en resultados electorales a corto plazo se está condenado a la testimonialidad. 

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