martes, 14 de febrero de 2017

RADICALES

José Mujica saludando al Papa Francisco
En este nuevo orden mundial que nos están imponiendo, en el que ‘tanto tienes, tanto vales’, millones de personas están abocadas a una miseria absoluta. Como los doscientos activistas de distintos movimientos populares que recientemente se reunieron en Italia. Ellos representan a los genuinos parias de la tierra. Son cartoneros, recicladores de basura, vendedores ambulantes, campesinos sin tierra, indígenas, desempleados, chabolistas, vecinos de asentamientos populares… Para el sistema son menos que nada. Una purga terapéutica, un daño colateral cuyo derecho a una vida digna se ningunea por un puñado de royalties.
Debatieron sobre las tres “T”: “Trabajo, Techo y Tierra”, pero también sobre otras cuestiones fundamentales como “pueblo y democracia”, “degradación medioambiental” o “refugiados”. Hubo muchos participantes y algunos invitados ilustres como el ex-presidente de Uruguay Pepe Mújica o la filósofa, ecologista y premio Nobel Vandana Shiva.
Uno de los asistentes, en realidad el anfitrión, expuso su visión de este modelo cada vez más excluyente y definió un proyecto de vida que rechace el consumismo y practique la solidaridad. Dirigió las siguientes palabras a los pobres: ¡Rebelaos contra la tiranía del dinero!– y explicó que existe un terrorismo básico que emana del control del dinero sobre la tierra y atenta contra toda la humanidad. Un terrorismo de Estado del que fluyen otro tipo de terrorismos conocidos que, en realidad, solo enmascaran la tiranía que ejerce el dinero sobre la humanidad. También les pidió ser solidarios y revitalizar la democracia, allá donde la hubiera, instando a los movimientos sociales a ser una alternativa para la vieja política. A no permanecer en el papel de actores secundarios y tomar las riendas de sus propios destinos.
No sé si a estas alturas habrán adivinado quién era este orador tan radical al que solo le faltó cantar: ¡En pie famélica legión!… Pues mira por donde no era un podemita de rastas o coleta. Este discurso radical, de corte bolivariano que dirían muchos, lo dio el Papa, o ciudadano Francisco, que dirían otros.
Al bueno de Francisco ya le andan colgando el sambenito de perro-flauta amigo de populistas. Es lo que tiene intentar guardar un mínimo de coherencia con lo que predicaba el hijo de su jefe. Eso de militar junto a los más pobres y desamparados incomoda a la corte farisea. Por decir mucho menos han crucificado a algunos. Y es que los poderosos han utilizado las religiones para amedrentar a las masas explotadas, no para redimirlas de sus lamentables circunstancias. Un miedo que han usado con maestría y que, el propio Francisco, dice que debemos conjurar para poder explorar una sociedad más libre y feliz.
A mí me cae bien este argentino. Aunque a veces te salga con alguna jaimitada, a rasgos generales me parece un buen tipo. Es verdad que soy ateo hasta la médula. Pero es posible que él también lo sea. Puede que, en algún momento de plena consciencia, se haya dado cuenta que no existe dios que pueda permitir tanto sufrimiento, tanta inhumana injusticia. Puede que, asumiendo la responsabilidad de su cargo, deba fingir que existe una explicación divina, una interpretación válida a esos renglones torcidos que no sea la más obvia: que su autor, de existir, tiene una mente sádica y desequilibrada. Tiene que ser difícil confiar en que haya una justicia sobrenatural para quienes padecen la injusticia humana. Mucho más predicar a los pobres que se resignen y esperen una compensación en el cielo.

¡Rebelaos contra la tiranía del dinero!– dice Francisco.- ¡Organizaos políticamente para cambiar el presente y el futuro! ¡Venced el miedo! Nunca imaginé que un Papa y servidor pudiéramos estar en tanta sintonía. Pero, aún y con eso, no me resisto a meter una última estrofa: “Ni en dioses reyes ni tribunos, está el supremo salvador. Realicemos nosotros mismos el esfuerzo redentor”.

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